"Me cago en el cambio de hora"

Lunes, 26 de octubre

Hago un paréntesis en mi vuelta mental a la universidad, para retomar el objetivo real de este blog: comentar las actualizaciones de mis redes sociales. A quien tenga interés en la Semana Temática 'Yo sobreviví a la uc3m' y quiera saber cómo terminaba un día en la facultad, le pido un poco de paciencia. Regresaré al tema, lo prometo, aunque probablemente lo haga fuera de mi horario 'de 8 a 8 y media'. Siento no haberlo terminado estos días, pero una característica de las horas es que tienen 60 minutos y no 120. Qué le vamos a hacer...

Así pues, empiezo la semana con un mensaje que estaba deseando encontrar en mi tablón de Facebook: "Me cago en el cambio de hora". Yo también. Y como llevo quejándome un día entero (ayer), tenía muchísimas ganas de que alguien hiciera público su malestar por el retraso en nuestros relojes y poder explayarme también por aquí.

¿Por qué pongo el grito en el cielo por el cambio de hora en invierno? Me gustaría alegar razones económicas, sociales o relacionadas con el impacto socio-ambiental. Pero no. Odio el retraso de hora porque me deprime que sea de noche a las seis de la tarde. Como ya os he comentado en algún otro post, soy simple, qué le vamos a hacer.

Mientras otras afirman ser animales de noche, yo lo soy de día, que queda menos guay pero es una verdad como un templo. Me gustan las noches con buena compañía (pero en compañía), ya sea fuera o dentro de casa, pero prefiero la luz del sol al tungsteno de las farolas. Encima soy una miedica asquerosa, y la oscuridad de la noche no es lo mejor para gente como yo. Puedo pasarme una noche entera sin dormir, acojonada por ruiditos no identificados, que caeré rendida en cuanto empiece a amanecer, aunque esos ruiditos se hayan convertido en estruendos.

Pero no hablemos de mi, que tampoco soy tan interesante. Hablemos del cambio de hora propiamente dicho. Parece ser que esta idea fue obra de Benjamin Franklin, quien en 1844 propuso una serie de medidas para ahorrar energía. Aconsejó que se regulara el consumo de cera y de velas, que se creara un impuesto para las viviendas con contraventanas que no dejaran pasar la luz y que sonaran las campanas de la iglesia al amanecer para que todo el mundo se levantase a la misma hora.

No le hicieron mucho caso, pero dos siglos más tarde, en 1974, cuando la primera crisis del petróleo ponía a los países desarrollados en alerta, éstos decidieron retomar las propuestas de Franklin y adelantar una hora en verano. ¿Por qué? Haciendo que a las ocho fueran las siete de la tarde, se alargaban las horas de luz y las personas pasaban más tiempo fuera de casa, retrasando el consumo doméstico de luz eléctrica. Es decir, el cambio de hora se produce, en realidad, durante el verano y en invierno regresamos a la hora 'correcta'.

[Atención, argumentos pueriles y absurdos, sin base científica alguna, que solo pretenden el desahogo personal de la blogger]

Y digo yo, ¿no será mejor mantener la hora 'incorrecta' también durante el invierno y evitar así que derrochemos en electricidad desde las seis de la tarde? Además, retomo el argumento anterior: cuanto más tiempo haya de luz, más tardaremos en llegar a casa y encender la calefacción.

No sólo eso. También nos evitaríamos un montón de trastornos como las variaciones de nuestro reloj biológico, mayor somnolencia, alteraciones hormonales, alteraciones de sueño, dificultad para dormir, malhumor (ésta es la mía), somnoliencia...

Pues eso. Que odio el cambio de hora...



PD: Como reivindicación personal, mi reloj lleva siempre la hora de verano. ¿Problema? Que el del móvil se cambia sólo y tengo un cacao cada vez que hay que cambiar la hora...

6 comentarios:

Laura dijo...

http://www.informativos.telecinco.es/cambio_de_hora/invierno/energia/consecuencias/dn_56239.htm (con errata incluida en el primer párrafo)

Laura dijo...

¿Dos veces somnolencia?

Blanca dijo...

A mi me provoca somnolencia x 2

Elena dijo...

A mi me quita las ganas de ponerme a trabajar (hacer prácticas, deberes, etc) Yo de noche trabajo y estudio mal :s

M. San Felipe dijo...

¡Uy! Se me ha olvidado preguntarte hoy qué tal te había sentado el cambio. Tranquila, ya queda día y medio menos para que tus relojes vayan acompasados.

Irene dijo...

Pero si tú no llevas reloj de pulsera.

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