"Han sido etiquetadas en la foto de la Boda"

Lunes, 26 de abril

[Dedico esta anécdota a mi amiga Parada, porque sé que este tipo de historias le hacen mucha gracia, y a mis Amigas-Socias-Compañeras de trabajo, por haber soportado mis largas charlas sobre el tema].

Hace menos de un año, en mayo de 2009, uno de los amigos de mi novio nos juntó a todos, nos miró fijamente, miró a La Novia, se rió nerviosamente y soltó: nos casamos. Fue antes del alumbrado de la Feria de Códoba, en el MacDonalds-King de un centro comercial, rodeado de chonis y gente vestida de flamenca. El contexto no es relevante, claro, pero sé que os gustan los detalles.

Justo después de pronunciar esas palabras (o un poco antes, no vamos a engañarnos, los spoilers existen), sobre nuestro grupo apareció la etiqueta 'Bodorrio' bajo la que se agrupaban todas las informaciones que salían al respecto. En Europa Press hubiéramos titulado esa primera noticia con "BODORRIO.- El Novio se casa en menos de un año".

Puedo afirmar que, tras ese titular, el número de encabezados tras la etiqueta 'BODORRIO punto guión' ha superado la centena. Desde extensos reportajes de color (de esos que se hacen con un cubata en la mano, mientras suena de fondo Lady Gaga) hasta cortos teletipos puramente informativos.

Durante esos once meses de comentarios, discusiones y debates, yo me he dedicado a buscar el vestido de boda de mi vida. Qué queréis, era mi primera boda de amigos y quería estar estupenda.

En noviembre del año pasado, encontré el traje perfecto para mi. Ese mismo día, decidí que el traje perfecto para mí tenía que esperar a que mi economía fuera la perfecta para el traje perfecto y bajé el listón, alejándome de las firmas de diseñadores. Al final, en febrero, en la zona de fiesta de El Corte Inglés, me probé un precioso vestido azul, largo, palabra de honor, que disimulaba el culo y realzaba el escote. Entonces acabé mi búsqueda.

BODORRIO.- Blanca elige un vestido azul claro para acudir a La Boda

Compré los zapatos, el bolso y el resto de complementos los días previos a la boda porque yo soy muy de dejar las cosas para última hora e ir agobiada siempre. Es más interesante.

Pues bien, el sábado pasado fue el gran acontecimiento. Madrugué para ir a la peluquería lo antes posible porque teníamos por delante cuatro horas de viaje hasta Córdoba para llegar a La Boda, que comenzaba a las siete y media de la tarde. Con mi peinado de lado, de grandes tirabuzones pepones, el vestido azul en una percha, otro morado de rebajas en otra (con lo que yo soy, quién me dice que no me mancho de aceite el vestido y tengo que cambiarme), zapatos, bolso y complementos en la maleta, me meto en el coche y dormito todo el trayecto, poniendo a prueba la ley de la gravedad.

Ya en Córdoba, me embutí en el vestido azul y, espátula en mano, me esparcí una buena capa de pintura facial. Me sentía guapa, elegante y estupenda.

Llegamos a la parroquia, donde nos esperaban el resto de nuestros amigos. Allí comenzó el marujeo sobre el vestuario del resto de invitadas. Entonces, el hachazo: "Blanca, ese vestido de allí, ¿no es muy parecido al tuyo?"

BODORRIO.- Blanca coincide con el vestido de otra invitada en La Boda

Si hace dos párrafos me sentía guapa, elegante y estupenda, ahora parecía idiota. Mi vestido no era de firma, pero tampoco era barato. Si le sumas zapatos, bolso y complementos, lo que me gasté en mi atuendo era una pasta. Repetido o no, había que amortizarlo.

Entramos a la iglesia, donde cierran las puertas a cal y canto, cortando cualquier vía de escape y obligadome a quedarme en la misa. A mitad de la celebración, como en cualquier boda, salen los familiares y amigos a leer. Y, entonces, sube al atril la hermana de El Novio.

BODORRIO.- La invitada con el mismo vestido que Blanca es identificada como la hermana de El Novio

Después de calibrar en una balanza el dinero que me costó el traje y, por otro lado, el hecho de arruinar el momento a una mujer a la que se le casa su hermano pequeño, el último soltero, me arremangué mi vestido azul camino de casa de mi novio donde lo cambié por aquel traje morado que me compré en las rebajas.

Y encima quedaré como la pija de Madrid que va a las bodas con dos vestidos, el largo para la misa y el corto para la cena...


5 comentarios:

Patricia Vera dijo...

Qué gran historia...

M. San Felipe dijo...

Jejejeje! Me encanta tu exlicación periodística de tu vivencia nupcial (que no quiere decir que seas tú la que se casase... jejeje).
Me encanta la última frase... :-P Si es que no se puede ser tan 'fisna' y elegante.
Por cierto, ¿llevabas manicura de esa que la punta de la uña se pinta de blanco...? Jajajaja!!

Laura dijo...

Al menos fuiste tan precavida como para ir a La Boda con repuesto, que otra le hubiera jodido la fiesta a la hermana del novio. La próxima vez, te pasas por un outlet, que como todo es de temporadas pasadas es más difícil coincidir (y los vestidos son más baratos).

Blanca dijo...

No pasa nada, me guardo el vestido para la celebración de otra boda que se tuvo lugar a muchos kilómetros de España. Porque tendrá réplica en España, ¿no?

Laura dijo...

¡Juas! No había leído tu comentario hasta hoy XD. Yo pienso respetar el orden natural de las cosas, que aún hay mucha gente que va por delante ;)

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