Viernes, 31 de octubre
Como hoy trabajo desde casa, al igual que ayer, me permito media hora más de sueño cuando mi novio me llama a las ocho para despertarme. Y me he dado cuenta de que, cuando estoy despierta, treinta minutos no me cunden nada, pero parece ser que dormida los aprovecho muchísimo más.
Podría titular mi sueño 'Batman begins'. No he visto esa película porque cinematográficamente hablando soy bastante inculta (también lo soy en otros '-mente', pero esa es otra cuestión), así que mi subconsciente ha decidido poner remedio a ello. ¿ Y sabéis quién es Batman? Mi padre. Teorías freudianas aparte, voy a intentar resumir tan interesante ensoñación como se suelen empezar las narraciones de anécdotas, sueños y marujeos: con un 'resulta que + imperfecto'.
Pues resulta que estaba yo en México (donde voy seis o siete veces al año, como bien sabe mi subconsciente), en un impresionante hotel que tenía una piscina jacuzzi nada más entrar a la recepción. Para situaros mejor, era de noche y todo estaba iluminado con tenues luces azuladas, cuidadosamente colocadas para dar serenidad y armonía al lugar. Esas luces que no sabes dónde están puestas pero que hacen que todo parezca tan bonito que justifica el dineral que cuesta el lugar. Como yo soy un producto de la sociedad de consumo y altamente influenciable a esos mensajes subliminales, pensaba justamente 'que bien pagado el dineral que cuesta este lugar'.
Buscamos la habitación, chumineamos por las instalaciones y, entonces, aparece mi padre. Me sorprende que esté allí porque nos dejó en el aeropuerto antes de marchar. No entiendo como ha podido llegar a nuestro mismo tiempo. Tiene una extraña mochila colgada, de la que sale una cuerda como la de los paracaidistas. Junto a mi padre hay dos personas, correctamente vestidas de traje, muy serios y estirados.
Mi padre me cuenta que ha venido con el extraño aparato que lleva en la espalda, que resulta que aumenta la velocidad de movimiento hasta unos límites insospechados. Además, en casos de emergencia, es capaz de dividir las moléculas de quien lo maneje y recomponerlas en el lugar a donde se quiere llegar. Teletransportación, vamos.
'Ésto es un complemento que quería probar,' me dice mi padre 'en realidad la maquinaria del aparato va colocada en mi nuevo coche'. Me enseña, entonces, la foto del batmovil. Me quedo perpleja y miro a los acompañantes de mi progenitor. ¡Ah! Son los mayordomos, claro. Un flashforward en mi sueño me dice que uno morirá en alguna misión, quedándose el típico que sale en todas las películas.
Después de hablar un rato conmigo, mi padre mira el reloj y se despide. 'Tengo cosas que hacer'. '¡Si estámos de vacaciones!', replico yo. 'Es que ya no soy profe...'. No. Ahora es Batman.
Pues sí. Éstos son mis sueños. ¿Por qué decidió salvar al mundo de malvados supervillanos? ¿Cómo construyó su Batmovil teletransportador? Y sobre todo, ¿desde cuando el Batmovil tenía esa función? Ah, yo esas cosas no las sueño. Lo único que os puedo decir que, de ocho a ocho y media, mi padre ha decidido cambiar su vida de profesor por la de héroe. Que también hay que joderse: que yo sabía que la docencia estaba chunga, pero para no que era para tanto...
Nos vemos mañana, a las ocho.
3 comentarios:
Le podrías haber dicho a tu padre que te llevara a México en el batmóvil y te ahorrabas el vuelo, que bastante te habrás gastado en el hotelazo de las lucecitas azules.
En serio, plantéate lo de bajarte a la oficina a trabajar: creo que lo de currar en casa no te sienta nada bien...
Joé, cómo se las gasta el señor Julio...!
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