"Las redes sociales relanzan la presencia del castellano en internet"

Lunes, 22 de noviembre

Sin saber muy bien si he llegado hoy a lo que se verá mañana, el caso es que pasé la semana pasada sumergida en el mundo FICOD. Más flojo, aburrido y soso que en ediciones anteriores, poco nuevo se oyó en las conferencias y talleres, donde los cambios no estaban tanto en el atril del ponente como en la zona de butacas, ya que los iPad se habían multiplicado de una manera bastante exagerada, ocupando el lugar que en 2009 tenían los netbooks.

Pero allí estuvimos, mis dos amigas-socias-compañeras de trabajo y yo, saltando de una charla a otra, buscando la miga a un foro del que poco se puede aprovechar. Y un día, mientras en las salas de al lado intentaban ponerse de acuerdo sobre lo que se verá mañana, nosotras nos remontamos a los orígenes: nuestra primera experiencia informática.

Una de mis amigas-socias-compañera de trabajo recuerda perfectamente cuando entró a su casa su primer ordenador. Fue en 1997. Yo soy peor para las fechas y tengo ese dato más difuso. Lo único que tengo seguro es que la pantalla culona del PC nos recibía con el logo de Windows 95 cuando, hasta hacía nada, había que entrar en el sistema operativo mediante MS-DOS.

Resulta que en aquella época, en la que no había ni Tuenti ni existían Los Sims, aquellas que tenían unos padres más bien restrictivos con el tema de juegos, exprimían al máximo los recursos que ofrecía Windows 95. Me refiero, por supuesto, al Paint. Horas y horas frente a la pantalla del ordenador cambiando el lápiz por la brocha, modificando los colores, rellenando los espacios con el bote de pintura. Mi evolución en este campo fue descubrir que si pulsabas la tecla '+' en el teclado, el puntero crecía mientras realizabas el trazado.

Otra actividad que ofrecía gratuitamente Windows 95 era el grabador de sonido que podía registrar hasta 30 segundos de audio, lo que limitaba los programas de radio que creabamos, pero nos abría las puertas a escucharnos una y mil veces en el ordenador. O el solitario. O el buscaminas, al que jugabas sin saber por qué aparecían los números ni cuál era el sentido de encontrar la mina.

Y si te aburrías, siempre podías perder el tiempo dejando que saltara el protector de pantalla para mirar como se construía un laberinto, viajar por el universo o ver rebotar tu nombre en una especie de WordArt que cambiaba de color. Igual que los colores del reproductor de audio, que bailaban al compás de la música.

Para cuando habíamos quemado todos los recuros que ofrecía Windows 95, apareció otro gran pasatiempo: la enciclopedia Encarta. Quien la haya tenido, recordará tardes enteras aprendiendo a decir 'hola' en inglés, francés e incluso chino o descubriendo que el dicho más popular en español latino es 'Más vale pájaro en mano que ver un ciento volar'. Por no hablar de sus aplicaciones multimedia, como aquella de los instrumentos musicales del mundo o la de las órbitas de los planetas (que si la calculabas mal, explotaba). Como decía mi amiga-socia-compañera de trabajo, encima teníamos que aprender. Hay que ver...

¿Os acordáis de cuáles fueron vuestras primeras experiencias delante de un ordenador?

Nos vemos mañana, a las ocho.



Post homenaje a mis dos mejores amigas y dos grandes socias y compañeras de trabajo. ¡Qué bien lo paso con vosotras!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

NAdie va a decir nada del "relanzar"?

Blanca dijo...

relanzar.

1. tr. repeler (‖ rechazar).

Laura dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Laura dijo...

Gracias. Es que es leerlo y se me pone el estómago del revés :S

Mi primer ordenador también fue allá por el 96-97, no recuerdo el año exactamente. De aquella época se me han quedado grabados a fuego los juegos que venían en 3 y 1/2 y cómo, una vez instalados, tenías que acceder a ellos desde MS-DOS.

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